El palacio del hidi (jefe) erigido en posición dominante en lo alto de una colina, las aldeas circundantes, los cultivos en terrazas y sus símbolos sagrados, y los vestigios omnipresentes de la floreciente actividad siderúrgica de antaño componen este paisaje cultural, que es la viva expresión intacta de la cultura material y espiritual de la sociedad que lo creó siglos atrás.